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La magia de una buena paella de marisco

por Karissa Sprague (12-08-2023)


Por unos momentos, estamos conectados con lo vital.

Su olor embriaga, su color invita a la fiesta y su textura cremosa acaricia el paladar antes de que los sabores de mar y montaña estallen en armonía perfecta.

El aroma a azafrán, tomate y mariscos que se expande por toda la casa invita a sentarse a la mesa con ganas. Luego, se trata de remover poco a poco para que el arroz vaya absorbiendo el caldo y suelte su almidón, espesando la mezcla. El sabor de los frutos del mar sazonados con azafrán y tomate, el olor de la paella chorreando caldo sobre las brasas, cervicalgia la vista de sus ingredientes brillantes y coloreados...todo contribuye a crear la magia de este plato tan tradicional.

Esa es la verdadera magia de una buena paella de marisco.

Y cuando por fin llega el momento de sentarse a la mesa, ese primer plato humeante de paella o arroz caldoso despierta todos los sentidos. Preparar una paella de marisco es tanto un arte culinario como una experiencia sensorial.

Recetas así nos transportan a la infancia, cuando la cocina de nuestra madre o abuela nos embriagaba con sus aromas.

Mientras se hacen las gestas culinarias - picar el calamar, saltear los mejillones, limpiar las gambas-, la mente divaga en pensamientos agradables. Pero más allá del sabor celestial, una buena paella de marisco tiene el poder de transportarnos a recuerdos felices, de juntarnos en torno a una mesa, de celebrar la vida y todo lo que ella nos ofrece.

Finalmente, cuando servimos el arroz caldoso humeante en los platos y nos sentamos a la mesa, nos envuelve una sensación de paz y plenitud.

Cuando finalmente servimos la paella humeante del fuego al centro de la mesa, un murmullo de admiración se eleva y los ojos brillan ante la vista de tan suntuosa obra maestra. El truco está en tomarse el tiempo necesario.

Un plato de arroz caldoso nos recuerda que los mejores momentos de la vida suelen ser los más sencillos.

Nos recuerda cuán afortunados somos de poder compartir este pequeño milagro culinario, producto del arte, la tradición y los dones de la naturaleza.

Exige paciencia, práctica, y el dominio de los tiempos y las temperaturas para lograr una textura cremosa pero no embebida, un caldo perfumado sin exceso de sal, y que los sabores de todos los ingredientes estén en armonía.

Recordamos lo que es lo verdaderamente importante: compartir buenos alimentos con aquellos a quienes amamos. Es un plato cargado de recuerdos que nos calma y apacigua.

Empezar por sofreír bien los ingredientes, añadir el arroz lentamente y activar la cocción con un buen chorro de vino blanco.

Un plato para compartir, para celebrar y para alegrarnos de tener los ingredientes y el tiempo para crear semejante delicia.

Mientras el arroz se hace a fuego lento y tranquilo, uno puede distraerse preparando la mesa, abriendo la primera botella de vino e imaginando ya los sabores que van a explotar en la boca con ese primer bocado: el pulpo tierno, el mejillón sabroso, la gamba crujiente en una masa de arroz meloso y perfumado.

No hay nada como preparar un buen arroz caldoso o una sabrosa paella de mariscos en casa para disfrutar de una deliciosa comida en buena compañía.

La felicidad que nos provoca este plato es profunda, pura y simple. Cada bocado despierta tantas emociones que se nos escapa una sonrisa. Con el primer bocado, los aromas de azafrán y mar entran en escena y los sabores estallan en nuestro paladar: la carne de la gamba, la suculencia del mejillón, el toque salado del pescado.

Si hay un plato que simbolice la alegría de vivir y la festividad, ese es sin duda una buena paella de marisco.